Algunas personas tienen una imaginación tan poderosa, que se enamoran más profundamente de sus sueños que de otros seres humanos. Cada vez que conocen a alguien intentan que lo soñado se transforme en realidad. Se prendan con devoción de su última conquista a pesar de que a todas luces ésta parezca impropia, y a partir de sus propias ilusiones, le atribuyen a su enamorado afinidades inexistentes o ficticias. Adaptan voluntariosa e inútilmente sus percepciones hasta hacerlas calzar con éste, y sin la más mínima cautela caen rendidos a los pies de personas conflictivas, arruinadas, inestables, adictas, traumadas, infieles, incapaces de amar, seductoras, destructivas, fóbicas, o expertas en desaparecerse de un día para otro. Intentan, obsesivamente y a cualquier precio, ser amado por ellos.
Quienes padecen de estas obsesiones fatales, tienden a hacer compromisos demasiado rápidos con personas que apenas conocen. Sus respuestas amorosas son tan intensas que les nublan la visión. En vez de ir construyendo lentamente una relación afectiva, se sumergen de cabeza en vínculos con escaso respaldo. No miden consecuencias, entregándose al amor por completo, mucho antes de saber quién es realmente el otro. Y se vuelven física, emocional y sexualmente disponibles para cada una de las demandas del nuevo amante sin poner o aceptar límites. No procesan ni le dan importancia a la información que contradice sus deseos; totalmente enamorados y fuera de la realidad, hacen lo posible para proteger sus sueños imposibles. Cuando finalmente son rechazados o abandonados, irreflexivamente insisten en ofrecerle a quien se les ha arrancado, más amor, más aceptación, o más comprensión. Y no se recuperan del desengaño hasta que se ilusionan de nuevo con una próxima desilusión.
Si usted transforma a cada persona que conoce en una oportunidad para darle vida a sus deseos, quimeras o espejismos, amerita que revise las motivaciones que lo están llevando a un fracaso tras otro. Probablemente se ha desgastado tanto intentando sacar adelante relaciones sin destino, que no ha tenido tiempo para tomar contacto con sus temores y dificultades. Quizás usted también tiene un problema con el compromiso, aunque sea por exceso. Es cierto, usted no se arranca de las relaciones serias y posibles. Pero también es verdad que no tiene para qué hacerlo, su enamorado es quien se encarga de ello. Es cómodo decir que se añora el amor mientras usted se sigue involucrando con una calamidad tras otra. Quizás no quiere depender de nadie, o no tiene espacio en su vida para un amor de verdad, o tiene una desconfianza parida en el sexo opuesto, o está demasiado aislado, o su pánico a la soledad lo ha vuelto indiscriminado, o su ansiedad y premura terminan espantando a quien se le acerca con buenas intenciones.
Cada vez que inicia un nuevo romance usted se comporta como si éste fuera el más importante de su existencia o el último que está al alcance de su mano. Disfrute, pero no se lo tome tan en serio. Si éste va a ser el amor de su vida, entonces cálmese no necesita ir tan rápido, ni estar tan disponible, ni ser el amante perfecto, ni venderse a sí mismo todo el rato, ni hacer tanto mérito. Recuerde que los amores van y vienen, pero los hijos, amigos, la familia, su trabajo persisten. Por eso, no los arriesgue ni los involucre en cada una de estas aventuras, y ocúpese de su vida en vez de tratar de solucionársela a su amado de turno. No se enamore más del desamor, mire sus deseos con distancia. Antes de seguir de un costalazo en otro, intente descubrir qué es lo que le impide integrar sus legítimas aspiraciones en proyectos viables. La fantasía puede nutrir y enriquecer la realidad haciéndola más entretenida e interesante. Sin embargo, no toda la vida es sueño, y los sueños sueños son.
