Bienvenidos y Bienvenidas

Hola, los invitamos a recorrer constantemente esta sección del blog, porque como todo en la vida, según el día uno puede sacar diferentes enseñanzas ^^.

Prisioneros De Sí Mismos (Amor Y Miedo)

El miedo hace que, en lo que a amor se refiere, algunas personas asistan como espectadores a sus propias vidas. Tienen miedo de sentir, de sufrir, de ser traicionados, tragados, burlados, ahogados, humillados o rechazados. Incapaces de correr riesgos en sus afectos, establecen relaciones pobres o limitadas. Huyen de los amores viables, boicoteándolos con barreras insalvables o quedándose con parejas que los desafían y les hacen sombra. Atrapados en las telarañas que ellos mismos han construido, sin darse cuenta dejan pasar, una tras otra, las oportunidades que les depara la vida. Fantasean con proyectos amorosos que a última hora rehúyen concretar o que muy luego pierden vigencia. Refugiados en sus defensas, la posibilidad cierta de emprender un amor los angustia de sobremanera. Por eso, cada vez que se escabullen de una relación respiran aliviados de haber evitado el peligro. A pesar de su calidez y necesidad de cariño, el terror los mantiene marcando el paso. Dicen no puedo cuando, de verdad, no quieren. Y subsisten en una vida sin amor a costa de mantener amores sin vida.

El miedo al amor generalmente se da en personas que en su infancia no aprendieron bien a confiar en los demás o que más tarde tuvieron alguna experiencia traumática de traición, engaño, abuso o mentira. Quienes sintieron que sus padres, o posteriormente sus consortes, no eran confiables, tienen dificultades para sentirse seguros en cualquier otra relación, sobre todo en las relaciones amorosas. El temor de salir profundamente heridos o de perder el control de sus vidas, les desorganiza la capacidad para crear y mantener nuevos vínculos íntimos. Frente a éstos se paralizan y amurallan, lo que les impide manifestar todo su potencial afectivo. La posibilidad de entregarse emocionalmente les hace sentir tan frágiles y vulnerables, que inconscientemente se encierran en una vida amorosa vacía y desabrida. En el fondo, los obstáculos que le ponen al amor no son más que un grito silencioso, un mensaje de llamada para que alguien derribe la cárcel impenetrable en la que han convertido su piel.

Usted que es la suma de todos los miedos, y que vive arrancándose, escondiéndose en su mente, racionalizándolo y justificándolo todo, dándose explicaciones rebuscadas por la aridez de su vida afectiva, salga de una vez de sus pensamientos para sumergirse en sus entrañas. Abandone ese letargo en que ha transformado su existencia. No siga protegiéndose de fantasmas inexistentes que no son más que su propio miedo. Entienda que le será muy triste llegar al ocaso de su vida sin pena ni gloria en los afectos, sólo conocido por sus máscaras, su profesión o su oficio. Lleva demasiado tiempo ausente, rígido, falso, acorazado, tapiado por los cuatro costados, agregando vallas a quien intenta acercársele de verdad. No siga escuchando esa voz interior que lo frena, lo somete y le prohíbe todo dejándole la vida a medias, con medios amores, medios amantes, medios amigos. Dentro de usted habita no sólo un niño asustado, inseguro y maltratado sino también uno ávido de conectarse. Concéntrese en su interior hasta encontrar ese niño explorador que algún día fue. Y pregúntese qué le gustaría hacer si no tuviera miedo: a donde iría, que lugares emocionales visitaría, a quienes amaría, qué experiencias tendría. Después atrévase y hágalo. Salude a la incertidumbre, asuma por fin los riesgos que ha evitado y abra la puerta. El miedo al amor puede presentarse con múltiples disfraces, ya sea como timidez, indecisión, escepticismo, mala suerte, realismo, fracasos reiterados, exigencia desmedida o idealización de la soledad y la autonomía. Vale la pena estar atento. Porque mientras el tiempo se pasa volando, probablemente usted ya ni siquiera se acuerda por qué o de qué se ha estado defendiendo tanto.