Bienvenidos y Bienvenidas

Hola, los invitamos a recorrer constantemente esta sección del blog, porque como todo en la vida, según el día uno puede sacar diferentes enseñanzas ^^.

To Be Or Not To Be (Amor Y Reproche)

El conflicto es inevitable en las relaciones amorosas. Bien manejado, incluso es necesario para el desarrollo de la intimidad y la estabilidad en los vínculos. Lo que destruye a las parejas es la mala costumbre de reprocharse mutuamente por cada cosa que les pasa. La recriminación permanente es un veneno de acción lenta que termina corroyendo hasta el más sólido de los amores. Más allá de las buenas intenciones, culpar al otro implícitamente comunica que uno de los dos está en lo correcto y el otro en lo incorrecto. Cuando esta situación se repite y se mantiene en el tiempo, puede volverse insostenible. El acusador crónico intenta, a lo menos inconscientemente, que su media naranja reconozca su culpa, acepte lo mal que ha estado actuando o pensando, agradezca la reprimenda que le están brindando y cambie su manera de ser. El inculpado, contrariamente a lo esperado, en vez de escuchar se pone a la defensiva, se enerva, siente que nuevamente es tratado con injusticia e incrementa el monto de la rabia acumulada en la cuenta regresiva del resentimiento. Porque a nadie, excepto que sea masoquista, le gusta sentirse culpable.

Si usted quiere una relación de pareja gratificante y armónica no le va a quedar más que renunciar a su insistencia de estar siempre en lo cierto. La próxima vez que sienta un impulso irresistible de culpar a su compañero por lo que le pasa, o que esté más convencido que nunca que su disgusto y frustración es de verdad responsabilidad de éste, trate de recordar lo inútil que ha sido en su historia amorosa la compulsión a ver la paja en el ojo ajeno. No se olvide de esos silencios cargados de tensión, ni de los ambientes que se cortan con cuchillo, ni de las guerrillas verbales inconducentes, ni de las malas caras, ni de los sentimientos de impotencia y amargura. Y tenga presente que a la mayoría de las personas no les gusta que las griten, ni que las traten con rabia, ni que las culpen de situaciones de las cuales no se sienten culpables, ni que las sorprendan en falta, ni que les pasen la cuenta de hechos sucedidos en el pasado. Trate de eliminar de su vocabulario las generalizaciones porque impiden ser tomado en serio, invalidan percepciones legítimas e impiden resolver los desacuerdos. Las recriminaciones ponen a la defensiva y tienden a amplificar los problemas, no a disminuirlos. Producen una agria escalada de malos sentimientos y son una mala manera de subir la propia autoestima a costa de disminuir la ajena. Las culpas generan distancias, disminuyen la cooperación y anulan toda posibilidad de escucharse. Es por eso que tantas parejas gastan toda su relación intentando recuperarse de las heridas provocadas por tanto reproche, sin que después les alcance el tiempo para poder disfrutarse.

El desafío ­cuando se está convencido de que son las actitudes y comportamientos del cónyuge los verdaderos responsables de la frustración que inexorablemente avanza­ es cómo comunicar disgusto sin que se produzca un alejamiento. La clave está en saber centrarse en lo que se siente y lo que se necesita, no en los defectos o carencias del amante. Más fundamental aún es entender que todos los problemas pueden ser vistos desde múltiples puntos de vista y que en las relaciones amorosas, la verdad absoluta no existe. Saber amar requiere de la capacidad para ponerse en el lugar del otro y comprender por un momento lo que se siente cuando la vida y la relación se miran desde esa otra perspectiva. Es una tarea difícil porque la tendencia a sentir que es uno el que está bien y el otro mal es demasiado fuerte en los seres humanos. Pero, a la larga, no queda más que convencerse de que culpar o sacar en cara simplemente no funciona. Y que ser pareja, aunque duela, muchas veces implica decidirse entre tener amor o tener la razón. That is the question.