Bienvenidos y Bienvenidas

Hola, los invitamos a recorrer constantemente esta sección del blog, porque como todo en la vida, según el día uno puede sacar diferentes enseñanzas ^^.

Suficientemente Bueno (Amor Y Exigencias)

La sociedad de la información ha derribado tantos mitos que ya casi nadie cree en nada ni nadie, y lo peor, en el amor tampoco. Bueno, no tan exactamente. En el amor como sentimiento sí se cree, pero no en que dure, ni satisfaga ni sea posible construir un proyecto de vida basado en él. El mundo global y la revolución de los medios de comunicación, más allá de todas sus bondades, han dejado todas nuestras miserias al desnudo y han transformado a la pareja en una casa de vidrio. Los límites entre lo público, lo privado y lo secreto se han vuelto crecientemente más difusos y la cantidad de datos que inundan cotidianamente a las personas, ya sea a través de la radio, la televisión, el cine o internet, han logrado que éstas se vuelvan más permeables a lo que sucede a su alrededor. Quiéranlo o no, no pueden dejar de evaluar las relaciones cercanas, y de estos peritajes generalmente no sale bien parada la pareja de ningún pariente o amigo. Como si fuera poco, los publicitados amores de los famosos han terminado por disipar los últimos vestigios de optimismo. No es de extrañar entonces que hayan aumentado las separaciones, disminuido los matrimonios y que tanta gente deambule de una soledad en otra sin saber lo que busca, añorando estar a solas mientras está acompañada y en compañía cuando está sola.


Adicionalmente, la modernidad ha achicado las casas y las familias, ha alargado el período en el cual los viven con sus padres y los niños participan directamente, en vivo y en directo, de los avatares del matrimonio de sus progenitores. Con su pericia para acceder a la tecnología y a la información, cada día acortan más las distancias generacionales, formando sus propios juicios acerca de los sinsabores y dificultades del amor adulto. Ven de cerca los fracasos y miran críticamente aquellas relaciones que se mantienen sólo por las formas o por los hijos. Se dan cuenta muy tempranamente de lo que antes se aprendía poco a poco a lo a largo de toda una vida. No es de extrañar entonces que cunda el escepticismo y temor al compromiso.


Paradójicamente, este recelo respecto de las relaciones amorosas no ha disminuido el nivel de exigencias puestas en la pareja. Por el contrario, cada día se le piden a ésta más y más cosas. Cuando por fin los amantes se deciden a comprometerse establemente, esperan que su media naranja no sólo sea capaz de enamorarlos, sino que además sea buen padre o madre, buen marido o esposa, responsable en el trabajo, los gastos, el dinero y las tareas del hogar, se lleve bien con la familia, sea buen amante y buen amigo/a, comparta hábitos, valores, costumbres y proyectos, posea una visión similar sobre la crianza de los hijos, la política, el sexo y la autonomía, ojalá tenga los mismos amigos e intereses parecidos, además de suficiente compatibilidad de caracteres como para llegar a acuerdos, dirimir conflictos y pasarlo bien juntos. Mucho, ¿cierto? Nadie puede.


Se hace difícil establecer relaciones amorosas en un mundo en el cual los imperativos que recaen sobre la pareja aumentan a la misma velocidad que su descrédito. Desarrollar un amor estable y satisfactorio requiere saber definir prioridades, entender las propias necesidades y ser capaz de diferenciar entre lo saludable y lo malsano, y entre lo mucho y lo poco. Por eso conviene recordar que el amor no tiene por qué ser perfecto, ni idílico, ni óptimo, ni espléndido, ni insuperable, ni sublime, ni deslumbrante, ni notable, ni paradisíaco, ni impecable, ni ininterrumpidamente gratificante o generoso o comprensivo, o pleno, o intenso, o maduro, o adulto, o sereno, o íntimo, o indulgente o gustoso. Basta con que el amor sea lo suficientemente bueno. Ni más ni menos. Quizás sea mucho pedir, pero vale la pena intentarlo.