Bienvenidos y Bienvenidas

Hola, los invitamos a recorrer constantemente esta sección del blog, porque como todo en la vida, según el día uno puede sacar diferentes enseñanzas ^^.

Todo duelo pasa

Un duelo claramente es una pérdida, cualquiera sea ella. Se puede perder una mano y el proceso que desencadena es muy parecido a cuando alguien se nos va de nuestro lado. Efectivamente cambia la intensidad del proceso, pero todo duelo pasa, o mejor dicho debiera pasar, por cuatro etapas:

1. Etapa de shock: En esta etapa parece que nada fuera cierto, todo parece formar parte de un mal sueño del cual voy a despertar y todo seguirá igual. Esto hace que las vivencias de dolor en esta etapa no se vivencien con gran intensidad, porque la persona parece bloqueada con la situación. Aquí es importante considerar que si la persona toma medicamentos en esta etapa, este proceso se alarga. A veces son necesarios, pero creo que es importante no arrancar del dolor porque esto facilita la superación o por lo menos una mejor manera de vivirlo.

2. Etapa de rabia: En este momento ya hay más conciencia de la ausencia y por lo tanto, tiende a haber un momento rabioso que se puede focalizar con la persona que se fue, con la vida, con Dios o con cualquier situación que me pueda hacer sentir más aliviado. Esta etapa depende del cómo se realiza la pérdida, si es abrupta o producto de un proceso largo.

3. Etapa de pena: Evidentemente todo el proceso de duelo es atravesado por la pena. En realidad es la emoción del duelo por excelencia, pero esta tercera etapa se caracteriza por una pena tranquila, sintiendo un vacío profundo en el alma.

4. Etapa de la reconciliación del duelo: Es cuando la persona que se fue vuelve a ti para quedarse dentro tuyo con lo mejor que ella te entregó.

Es importante mencionar algunos aspectos que me parecen fundamentales. Todas estas etapas tienen que duran al menos un año cronológico, porque es importante pasar por todas las fechas importantes que se vivían con la persona que partió (me disculpan que no use la palabra muerte, me carga, siempre hablo de las partidas) y eso se cierra a los 365 días. El duelo puede durar más que eso por supuesto, pero una buena evaluación se podría hacer sólo después de ese tiempo. Por lo demás, es por todos conocido que los tiempos emocionales muchas veces no tienen nada que ver con los tiempos cronológicos y eso hay que respetarlo.

Debiéramos aprender de los orientales, que no se preguntan pór que me ocurrió esto o aquello, sino que se preguntan para qué, ya que todo dolor trae una oportunidad, un regalo.

Además es frecuente que en todo proceso de duelo o de dolor, que también puede ser válido para una ruptura emocional, con algunos matices distintos, ocurra que empiecen a funcionar, como en todo proceso humano, dos fuerzas antagónicas. Una de ellas lleva a superar el dolor, a querer salir de ahí y por otro lado, hay otra que impide avanzar, es como si quisiera demostrar y demostrarme que “lo quería mucho”, que “nunca lo voy a olvidar”. Esta lucha se acaba cuando se entiende que yo siempre voy a recordar a alguien que fue importante en mi vida emocional y que por lo tanto debo dejar ir el dolor.

Un último punto que vale la pena mencionar es que dentro de las familias ocurre un fenómeno especial en los duelos, que se parece a un “contrato” inconsciente que la familia realiza para no expresar lo que sienten para proteger al del lado y así lo hacen todos, impidiendo la expresión de lo que se siente, aspecto fundamental para superar cualquier pérdida.

De los duelos hay mucho que decir, pero los invito a evaluar y contactarse con sus pérdidas y ver qué hemos aprendido de ellas o qué nos falta por aprender.

Hasta la próxima semana y que Dios los bendiga. Para los que están viviendo un duelo, recuerden el tema de la soledad y que Dios o la vida no nos hace vivir nada que seamos capaces de enfrentar