Bienvenidos y Bienvenidas

Hola, los invitamos a recorrer constantemente esta sección del blog, porque como todo en la vida, según el día uno puede sacar diferentes enseñanzas ^^.

Piloto Automático (Amor Y Apatía)

Decir que el amor y la pasión requieren de alimento y cuidado cotidiano para que el tiempo no los desgaste es un lugar tan, pero tan común, que da pudor repetirlo. Sin embargo, las personas se comportan justamente de manera opuesta. Cuando las cosas están funcionando bien creen que es mejor ni tocarlas para que no se echen a perder, y sólo reaccionan de verdad cuando surgen los obstáculos, corren vientos de separación o se huele la infidelidad. O sea, cuando generalmente ya es demasiado tarde. En una era donde los cambios se suceden a la velocidad de la luz, todos trabajan hasta reventarse, todos corren abrumados de un lado para otro y se ha vuelto normal que los niños se pasen a la cama de los padres hasta la adolescencia, los amantes permiten que el cansancio, el desánimo y los malos entendidos invadan sus vidas. Se duermen en sus laureles como si las relaciones amorosas fueran todoterreno, capaces de soportar cualquier embate. Y sólo se dan cuenta de que los ha ahogado la monotonía cuando ya apenas pueden respirar por la falta de oxígeno.


En la fase de la conquista, los enamorados ponen sus mejores capacidades y energías al servicio de la pareja. Se visten, arreglan y peinan con creatividad, organizan bien su tiempo para estar solos, se mandan mensajes, se llaman por teléfono, consiguen entradas para espectáculos, hacen reservas en restaurantes, planifican paseos y viajes, buscan espacios para las risas y los besos, conversan, se preguntan, se cuentan. Paradójicamente, una vez que la relación se estabiliza encienden el piloto automático y la dejan a la deriva, librada a su propia suerte. Se olvidan de las destrezas con las cuales iban cambiando cotidianamente esos pequeños detalles que hacen toda la diferencia. Como si el ejecutivo una vez conseguido el cargo y firmado el contrato dejara de concentrarse en su trabajo, o el académico dejara de aprender y actualizarse, o la dueña de casa, ganada ya su fama de buena cocinera, hiciera todos los días la misma comida. Así de absurdo.


Es difícil comprender el porqué de la modorra y la apatía en la cual tiende a instalarse la pareja después de conseguir esa tan ansiada estabilidad. Los consortes comienzan de a poco a poner los días, uno a uno, en una línea de producción acumulando desencantos y malos modos. Van ignorando las señales de hastío, perdiendo la iniciativa, la velocidad de respuesta y el interés por lo que le sucede al otro. Hasta que la relación con el ser amado se convierte en un intercambio de conductas desprovistas de significado, y vacías. Cuando despiertan de la somnolencia distraída en que han transformado sus vidas, generalmente ya están cansados de callar lo que sienten y de ahogar sus sentidos. Aburridos de caminar sin rumbo le pasan la cuenta a la pareja de la insatisfacción y falta de objetivos que ellos mismos han permitido. Después de haber compartido la cama, la familia y el alma, comprueban angustiados que de aquello que los unía queda poco o nada.


Si su pareja es una prioridad en su vida, atine pronto. Es su responsabilidad darle todo el espacio y el tiempo necesario. Convertir la rutina en cotidianidad memorable es un trabajo que requiere del mismo esfuerzo y dedicación que cualquier otro. Toda empresa que no innova, ineludiblemente se queda atrás o quiebra. Y usted lo sabe. Recuerde qué lo llevó a enamorarse de su media naranja e intente recrear las condiciones que hicieron antes esas conductas y actitudes posibles. Y si puede, invente cosas nuevas. Los años vuelan, las esperanzas se rompen y no hay nada peor que adaptarse al deterioro. A diferencia de los aviones, las relaciones amorosas no funcionan con piloto automático. Por eso, por favor despierte. ¡No vaya a quedarse nuevamente dormido!